MOSCÚ.- La indignación en Rusia con Polonia y Occidente es grande. Hace 70 años, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración Auschwitz en la Polonia ocupada por Alemania. Sin embargo, a diferencia del 60 aniversario, el presidente ruso, Vladimir Putin, esta vez no ha sido invitado a la ceremonia conmemorativa.
El desaire ha molestado profundamente a una nación que se siente tan orgullosa de su victoria sobre el fascismo hitleriano. Más aún: El ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Grzegorz Schetyna, desató una ola de críticas afirmando que el campo de exterminio había sido liberado por ucranianos.
“El intento de jugar en esta situación con sentimientos nacionalistas es absolutamente criminal y cínico”, dijo el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, en respuesta a la aseveración de su colega polaco. “El Ejército Rojo liberó Auschwitz. En él servían rusos, ucranianos, chechenos, georgianos, tártaros y otros muchos soldados”, subrayó el jefe de la diplomacia rusa hace algunos días durante un acto en Berlín.
Sin embargo, a la sombra del conflicto de Ucrania, Rusia no sólo se queja de que Occidente la haya puesto en la picota como “agresor”, sino también de que le niegue sus méritos históricos. Moscú acusa sobre todo al gobierno de Ucrania, apoyado por la Unión Europea, de usar esta crisis, la más grave desde el fin de la Guerra Fría, para una tergiversación sin precedentes de la historia.
Moscú reaccionó con estupor cuando el primer ministro proeuropeo de Ucrania, Arseni Yatseniuk, sostuvo en una entrevista concedida al canal televisivo alemán ARD que el Ejército soviético había invadido la Alemania de Hitler. Yatseniuk convierte a los nazis en víctimas y al Ejército Rojo en criminal, denunció el gobierno ruso.